Pedaleando Laos

El río Mekong fluye perezoso y café al lado de la plaza donde estamos bailando Ceci y yo. Estamos celebrando. Nuestro viaje de 46hr de la ciudad de México a Vientián, ha sido cansado y estresante, pero de alguna manera nosotros y nuestras bicis hemos logrado la travesía a tiempo y sin daños. Fue mi idea venir aquí aunque nunca estuve de acuerdo con ningún baile. Hace 2 minutos, estábamos en una clase de aeróbics: patadas voladoras, golpes. El cambio ha sido sutil pero puedo decirlo. Ahora estamos bailando. Irreversiblemente.

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Ceci capturada no siguiendo la coreografia!

Ceci y yo hemos planeado este viaje con un giro atlético al estilo de Cicloturismo de carga pesada más tradicional. Nuestras bicis están del lado más ligero del espectro y en cuanto nuestro equipo, hemos decidido viajar a través del sureste asiático cargando solo el mínimo estricto. Una elección que ya ha mostrado sus ventajas en las muchas cadenas montañosas de Laos, permitiéndonos viajar nuestros 100km (promedio diario) antes de las horas ardientes del día, y tener tiempo a nuestra disposición para conocer los pueblos antes del anochecer.

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Construyendo las bici en Vientiane. A través de la ventana se puede ver el mercado de noche!

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¿Qué hay de la ensalada de Papaya?

Ceci está navegando el menú como un ratón hambriento en un laberinto. Sus opciones: Comida comestible o comida comestible bañada en salsa de pescado fermentado estilo Lao. El menú delante de ella está lleno de imágenes de Google de platillos exquisitos que pueden o no estar ahí solo con propósitos decorativos. Solo una cosa está clara, no hay manera de saber que vas a obtener. Si el laberinto está arreglado, ella piensa, puedo ordenar algo inesperado, ya sabes, para burlar al cocinero y hacerle olvidar el condimento-malvado-que-no-debe-ser-nombrado. Cada comida toma decisiones más arriesgadas por pura desesperación.

Apenas pedaleamos 140km con casi 5,000m de ascenso acumulativo. Nuestra hambre es feroz. Cuando su plato llega, los ojos de Ceci empiezan a lagrimear y yo sinceramente no puedo decir si es por la desesperación o por la pura potencia del olor a pescado fermentado. Ella hace el plato a un lado con un suspiro. Y damas y caballeros, otra victoria aplastante en nuestro reto del Estómago Mexicano contra el Estómago Canadiense. Al menos que algo cambie drásticamente, estoy sobrado en el camino a ganar el premio al “Basurero”!

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Ceci comiendo en su restaurante favorito “Le Banneton” (Vientiane-Luang Prabang). Su recompensa para haber sobrevivido a tanta salsa de pescado de Laos!

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Hay tres destinos turísticos importantes en Laos: Vientiane, Vang Vieng y Luang Prabang. Y entre ellos hay muchos pueblitos perdidos en la jungla a los que llamamos nuestra casa por una noche, en donde los habitantes nos hicieron sentir como parte de sus familias: Hin Heup, Xiang Ngeun, Kasi Hot Springs, Vieng Phou Ka. Por último, están las paradas de una noche, generalmente en cruces de camino antiestéticos, lugares que nos sirvieron únicamente para comer y dormir después de días rudos en la bici: Pak Mong, Luang Namtha, Huay Xai, Oudoumxay.

El tiempo toma su valor propio en la bicicleta. Como si la distancia y el tiempo que viajamos perdieran su valor distintivo y se volviera uno. Como un paisaje durante la bajada, los días han pasado veloz y se han vuelto borrosos. Sin embargo, mientras contemplamos lo lejos que hemos llegado en todos los sentidos, los días parecen estirarse una y otra vez como las subidas tortuosas de las montañas, donde cada sentimiento, sea sufrimiento o alegría, es nítida, vívida y atemporal. Como una totalidad, nuestro viaje a través de Laos ha encontrado su estado de equilibrio.

Ceci y yo hemos estado esforzándonos para encontrarnos en tal estado de equilibrio. La turística Luang Prabang y Hin Heup perdida en la selva, son mundos aparte, y a veces nosotros también. Mi tendencia hacia la sobre-visualización y la minimización de riesgos, contrasta tan fuertemente con la necesidad de Ceci de espontaneidad total y toma de riesgos, que a veces perdemos de vista el sol que nos mantiene en el mismo sistema solar. Si el calor, el hambre, la deshidratación, el cansancio, las ansiedades, los accidentes, las fallas mecánicas… hacen difícil a veces sostenernos a nosotros mismos, mucho más el uno al otro! A pesar de todo, del tamaño de los retos a los que nos enfrentamos, la fuerza de gravedad que nos une, nunca se desvanece. Y nunca ha sido tan claro que nuestras diferencias son precisamente lo que nos hace un equipo tan fuerte. Cada día nos sentimos más agradecidos de experimentar juntos este viaje tan increíble lleno de maravillas y descubrimientos . Y mientras probamos nuestras barreras conjuntas e individuales descubrimos una nueva elasticidad que nos permite cambiar, mejorar, aprender y crecer, asegurándonos que nuestro avance sea más que solamente geográfico!

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Disfrutando un atardecer hermoso en Hin Heup despues de haber explorado el mercado local!

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Es la salida de la escuela. Los niños están fuera en las calles. Nos ven a la distancia y de repente la larga subida que hemos luchado por ascender durante la última media hora se convierte en la etapa final del Tour de France. Ceci y yo nos hemos separado del último pelotón y estamos luchando por conservar el liderazgo. Nuestras burbujas individuales de dolor se rompen momentáneamente mientras nos damos cuenta que tal vez seamos capaces de lograrlo. La multitud estruendosa de niños se acerca para darnos “high fives” y gritos de ánimo. Se están apretujando tan cerca que tenemos miedo de tirarlos piecitos arriba con nuestras alforjas. Cuando finalmente llegamos a la cima de la montaña, un niño chiquito corre desde su casa de hojas de plátano y nos alcanza y en un momento de improvisación me mira a los ojos, cambia los dedos en una seña “Surf´s up” y dice “Love you” ! Y me pregunto, ¿que problemas en el mundo sobrevivirían a eso? Pedaleamos en la cresta de la montaña y de regreso a la selva tranquila un poco más adelante, solos y sin sufrir más.

Este es nuestro último día de bicicleta en Laos. Estos últimos 120km que pedaleamos en este hermoso y acogedor país han sido una conclusión perfecta a nuestra travesía de 1,000 km. Hemos atravesado algunas de las subidas más implacables que nos hacen anhelar los destinos más planos de nuestro viaje. Hemos pasado por tantos pueblos en el camino a la frontera entre Tailandia y Laos que a veces parece que todo Laos hubiera venido a vernos en nuestro camino, y la corriente ininterrumpida de “Bye-Bye´s” que nos aventaban en todas las direcciones se sintieron como la última despedida de Laos que realmente era.

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Etienne en el punto más alto de nuestra aventura a través de Laos!

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Mientras me siento aquí escribiendo esta historia, Ceci está a 1,000km. Hace dos días, pedaleamos a la frontera Tailandia-Laos, y oficialmente dejamos atrás Laos, solo para que nos negaran la entrada a Tailandia. En la abrumadora tarea de planear tal viaje, parece que pasamos por alto el hecho de que los mexicanos si requieren visa para entrar a Tailandia, pero no son elegibles para una visa al llegar. El shock fue grande y nos costó un poco de trabajo superarlo. Fue como si pedaleáramos a toda velocidad contra un muro. Y nos rompió. De repente un gran cansancio nos envolvió. Nos sentamos, mientras camiones tras camiones llenos de turistas fueron descargados con éxito en Tailandia. Nos tomó un buen tiempo antes de poder explorar nuestras posibilidades. Necesitábamos llegar a la embajada de Tailandia en Vientián. Ceci insistió en que yo siguiera el viaje mientras ella encontraba una manera de resolver el problema con la promesa de alcanzarme después. El hecho de un viaje en camión de 1,000km era tan contrario a la naturaleza de nuestro viaje que me llevó a contemplar la idea de pedalear de vuelta a Vientián. Después surgió la idea de cambiar nuestra ruta y evitar Tailandia hasta un tiempo después. Y claro, complicándolo todo, estaba el hecho que necesitaríamos nuevas visas para re-entrar a Laos. Un completo caos y todo por un tonto proceso de 30dls.

Unas horas más tarde estábamos de vuelta en nuestro hotel en Huay Xai, Laos. Habíamos pedaleado 30km desde la mañana, gastado 80dls, sin haber logrado absolutamente nada. ¡Era hora de encontrar soluciones! Entonces hicimos lo que nuestro equipo hace mejor: fuimos por un segundo desayuno. Llevamos todos nuestros electrónicos, y una nueva determinación para tomarlo todo, como siempre hacemos, un pedalazo a la vez. Nos pusimos en contacto con la embajada, buscamos opciones de transporte, encontramos un aeropuerto local, pedaleamos hacia el, reservamos un vuelo, hostales y ¡regresamos a tomar una siesta!

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Ceci comprando su boleto de avión para por Vientiane (para ir a comer en su restaurante francés favorito) para ir a sacar su visa de Tailandia.

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Hay muchos detalles que vamos a extrañar enormemente de Laos. Lo más inolvidable: El olor cremoso de plátanos enteros rostizándose en el fuego, ser testigos de la cosecha manual de interminables plantaciones de arroz , las montañas afiladas como dientes que brotan de la selva, la vasta cantidad de naturaleza inexplorada y la alegría relajada de los locales. Aunque hay muchos detalles importantes que nos llevamos con nosotros como recordatorio del estado actual del mundo. En particular: La explotación de recursos destructiva y aparentemente sin restricciones que hacen los Chinos en Laos (incluyendo presas y plantas de cemento) camiones turísticos acelerando en los pequeños pueblos a lado de la carretera dejándonos a nosotros y a los locales en medio de una nube negra de humo, los efectos destructivos del turismo irresponsable, especialmente en Vang Vieng y, por supuesto, para no olvidar nunca: ¡La gran potencia de la salsa fermentada de pescado estilo Laos!

 

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